La vuelta del papel en medio de la crisis

No es novedad que Chile y el mundo viven una importante crisis de medios, el año pasado cerraron varias revistas nacionales, y a ese contexto incierto se sumó la crisis social por la que atraviesa nuestro país. Es en este escenario particular que el papel couché regresa de la mano de Velvet, una revista de origen penquista liderada por Vanina Rosenthal, con quien conversamos en esta entrevista.

¿Cómo se gestó esta vuelta del couché considerando la ‘crisis del papel’ actual?

Revista Velvet existe en Concepción hace seis años. Y tras el cierre masivo de medios nacionales vieron una oportunidad, y me convocaron para evaluar el proyecto y definir cómo sería esta nueva versión hecha en Santiago y con distribución nacional. La crisis del papel es real, pero en ningún país cerraron todas las revistas. Por eso, creo que decir que las revistas acá cerraron porque la industria está en crisis no es del todo cierto. Aquí hubo muchas malas decisiones, que se sumaron a un escenario desfavorable. (En el mundo) se achicaron los equipos, se renovaron los contratos de lectura y los contenidos, se modificó la periodicidad, pero en ningún país desaparecieron en forma masiva, como lo que pasó acá tras el cierre de Cosas, Editorial Televisa, y la fusión de revistas de Copesa.

            Foto del Instagram de @vanirosenthal

¿Qué tiene el papel para ti, que no logra el digital (o viceversa)?

El papel es más romántico, ofrece una experiencia que tiene que ver con la permanencia. Puedes dejar la revista en el velador y retomarla cuando quieras, incluso años después. Digital tiene miles de ventajas. La inmediatez creo que es la más importante. Pero, hoy en día cualquier persona con un teléfono puede convertirse en un medio digital. Hacer una revista es otra cosa. Y hacer una impresa es un trabajo distinto. Las pautas tienen otro timing, necesitas enfocarte mucho más en el análisis, el punto de vista.

¿Por qué alguien va a pagar por leer algo la semana que viene que salió ayer en todas partes? Ese es el ejercicio que tenemos que hacer. Que te quieras quedar con la revista, porque te enamoraste de su contenido, de su diseño, te deja pensando, la quieres compartir con alguien más. La experiencia es distinta. No es una mejor que la otra, pero no son iguales y por eso les damos la misma importancia, cada plataforma tiene su brandbook. Nuestro sitio web y las redes sociales tienen contenido propio que se actualiza todo el rato, de lunes a domingo.

¿Cuál es la propuesta de Velvet?

Nuestra propuesta es un magazine con el foco puesto en la cultura, con todo lo que eso implica. Moda, gastronomía, arte. Recuperamos también algo de la vida social, que no deja de ser el retrato y el reflejo de la sociedad en un momento determinado. La actualidad tiene punto de vista, tratamos de ser un espacio para mostrar nuevas voces y talentos. La pauta es menos rígida y estéticamente la revista también es distinta. No hay un único público ni un único lenguaje. Las tipografías son más modernas, mucho más blanco, menos titulares, hay recursos que tomamos de las redes sociales, y hay un trabajo audiovisual súperfuerte.

¿Cómo se reinventa el papel (o cómo debería)?

Asumiendo nuevas responsabilidades, leyendo la coyuntura actual. Los personajes que convocamos, los temas que tocamos, todo tiene que ver con el Chile de hoy. En las revistas que yo trabajé muchas, de las personas que aparecen en Velvet no salían. Porque al editor de turno no le gustaban, o simplemente porque ‘nos desperfilaban’. ¡Eso en el 2020 es una boludez!  Lo mismo con los compromisos comerciales. Temas que quedaban fuera o entrevistas que no podíamos aceptar… cosas de ese estilo que ahora no nos pasan. La libertad creativa que tenemos en Velvet no la había vivido jamás.

¿Cómo propones proyectar el medio en el tiempo?

Nuestra intención no es ser el medio más rentable en la historia de la humanidad (ni de Chile), sino ser un aporte en diferentes ámbitos.