Eudaimonía: la nueva felicidad que nos ha heredado la pandemia

Desde que explotó la pandemia nuestras vidas dieron un giro inesperado, un cambio que hasta el día de hoy parece surreal. Sin embargo, de las cosas negativas que hemos enfrentado este 2020 (que no han sido pocas…) ha surgido también una forma más positiva de ver la vida, una revalorización de lo que es realmente importante, una nueva concepción de lo que nos hace felices: la eudaimonía. Acá te contamos de qué se trata esta nueva felicidad y cómo alcanzarla.

De origen griego, el término Eudaimonía (bienestar + espíritu) tiene que ver con la felicidad vinculada al desarrollo personal. Por eso está tan ligada con las adversidades que nos toca vivir y con la resiliencia de cada persona, ya que es precisamente gracias a la capacidad de aprender y sobreponernos a ellas que podemos crecer y avanzar hacia nuestro bienestar; ese desarrollo personal es el que se experimenta como una felicidad eudomónica.

¿Por qué ha sido una de las grandes herencias positivas de la pandemia? Precisamente porque esta crisis sanitaria y social nos ha enseñado que es posible cultivar otro tipo de felicidad, una mucho más íntima y que encuentra su razón de ser en nosotros mismos, no en las cosas externas. De ahí que sea capaz de surgir incluso cuando en el exterior todo parece adverso.

¿Cómo cultivar una felicidad eudomónica?

Vive el presente y actúa sobre lo que sí tienes poder. En momentos de tanta incertidumbre como el período que vivimos, es clave que te enfoques en el presente, con lo bueno y lo malo. Párate en el hoy, y desde ahí define qué puede hacer y cómo puede actuar sobre lo que sí tienes poder. Baja tus expectativas y deja de cuestionarte demasiado el futuro porque solo te provocará más ansiedad.

Enfrenta y procesa tus emociones. Cuando haces oídos sordos a una emoción, no logras más que esconderla por un rato, porque tarde o temprano esa emoción volverá a ti y se manifestará de alguna forma, quizás mucho más negativa de lo que esperas. Por eso, pon atención a lo que sientes, reflexiona sobre tus emociones y qué las ha provocado, vívelas y procésalas para luego dejarlas ir.

Cultiva una mente positiva. Nuestra mente es la que determina cómo vivimos y cómo nos enfrentamos al mundo, por eso es importante que cultives el positivismo desde tu esfera más íntima. Háblate en positivo, agradece a diario, intenta ver al vaso medio lleno (¡aunque cueste!). No podemos controlar lo que pasa en el mundo, pero sí la forma en que lo viviremos y la energía que queremos proyectar y recibir en ese camino.

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