Aquí te decimos por qué tienes que incorporar un limpiador en aceite a tu rutina de skincare

El éxito de la cosmética coreana y de su rutina de belleza compuesta de diez pasos nos confirman que, cada vez más, nos estamos preocupando del cuidado de nuestra piel. Y uno de sus productos más inesperados y novedosos para desmaquillar y limpiar el rostro es el aceite limpiador. Aquí te contamos por qué necesitas comenzar a usarlo si es que aún no lo has hecho.

¿Sabías que los aceites limpiadores son uno de los productos cosméticos que mejor realizan la función de eliminar la suciedad, impurezas, maquillaje e incluso el protector solar al tiempo que preparan la piel para que absorba mucho mejor los tratamientos de belleza nocturnos? Y, espera, que eso no es todo. Los limpiadores en aceite son además un producto ideal para quienes tienen la piel grasa debido a que este tipo de cutis suelen estar super deshidratados y por esa razón la piel produce más sebo; por lo que el aceite resulta muy beneficioso.

Los aceites limpiadores se utilizan en dos populares rutinas: en la doble limpieza facial de la cosmética coreana como primer paso de esta y también en la llamada “Oil Cleansing Method” o en palabras simples: una limpieza facial en base a aceites. 

Una de las ventajas de incorporar cualquiera de estas rutinas es que los aceites también sirven para hidratar, reparar y calmar la piel. 

Desmaquillar y luego limpiar

Puede sonar bastante obvio pero si te maquillas durante el día y/o la noche, lo primero que debes hacer es en tu rutina nocturna de belleza es desmaquillarte, es decir, remover los pigmentos de maquillaje de tu cutis. Luego viene la limpieza en donde eliminas la suciedad e impurezas que se acumularon en tu rostro durante el día. 

En la doble limpieza facial de la rutina coreana de diez pasos, el aceite limpiador es el primer producto que ocupas sobre tu rostro y se aplica sobre el cutis seco. Al frotarlo suavemente y en movimientos circulares vas eliminando el maquillaje, la grasa y el protector solar. Luego, enjuagas con agua tibia y continuas el proceso con un limpiador en base a agua (puede ser en formato de gel, leche, espuma o jabón). Con estos dos primeros pasos te aseguras de decirle adiós a todas las impurezas que habían en tu rostro.

Mientras que en el método de la limpieza con aceite, la primera parte se realiza de la misma forma que en la doble limpieza: con las manos limpias y secas, se aplica el aceite sobre la piel del rostro que también se encuentra completamente seca. Luego, se humedece una toalla (idealmente blanca) con agua tibia y se cubre el rostro con esta durante unos segundos. 

El calor activa el aceite y  lo que hace este es penetrar en los poros y expulsar las impurezas acumuladas allí.

Existen dos tipos de formato en los limpiadores en aceite y puedes elegir el que más te acomode: líquido y en bálsamo. Ambos son efectivos y funcionan de igual manera. 

Es fundamental que tras usarlos, debamos aplicar un limpiador en base a agua que se encargará de retirar los residuos de aceite y las impurezas que este arrastró en el primer paso. Luego, tonificar y terminar nutriendo e hidratando con un sérum y crema. 

¡Y a dormir!

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